América: Crecimiento económico, estancamiento democrático ¿Tiene la corrupción algo que ver con esto?

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Para América, 2012 fue un año positivo en muchos aspectos. Importantes indicadores económicos y sociales muestran que ha habido mejoras y existe una sensación de optimismo en general en gran parte de la región, especialmente en América Latina. Mientras que la reciente campaña presidencial de Estados Unidos se centró en la aún débil situación económica, muchos países de América Latina y el Caribe presentan altas tasas de crecimiento y muestran signos de reducción de la pobreza.

En América Latina hemos sido testigos del aumento de las exportaciones tanto en volumen como en valor, del crecimiento significativo de la clase media, y del regreso de la inversión extranjera. En la última década, además, las tasas de pobreza se redujeron en más del 15 por ciento en América Latina y el Caribe. De la mano de este avance está el hecho de que la democracia parece haberse consolidado como el sistema de gobierno predominante en una región donde, sólo hace unas décadas, las dictaduras y las guerras civiles estaban a la orden del día.

Todo esto nos da razones para celebrar. Pero, si lo analizamos más en detalle ¿es el panorama tan dulce como parece? Aquí es donde la corrupción entra en la ecuación. El hoy publicado Índice de Percepción de la Corrupción 2012, muestra a América Latina como una región que califica por debajo del promedio mundial. El Índice clasifica a 176 países según los niveles de corrupción percibidos en el sector público, de los cuales 32 están en el continente americano. Dos tercios de estos 32 ni siquiera llegan a la mitad de la clasificación – lo que indica que la corrupción sigue siendo un problema grave.

Índice de Percepción de la Corrupción 2012

La región enfrenta varios desafíos que, de no abordarse, podrían revertir los avances logrados. Uno de ellos es que, a pesar del crecimiento económico, sigue siendo la región con mayor desigualdad del mundo. Doce de los veinte países del mundo con mayores niveles de desigualdad están en América Latina y el Caribe. Además, la gobernabilidad democrática, que va mucho más allá de que se celebren elecciones, sigue siendo uno de los grandes ausentes. La democracia no debe ser vista como el mero acto de votar por un candidato, sino como el ejercicio de nuestros derechos como ciudadanos.

La democracia debe ser vivida y ejercida en el día a día. Recibir información para entender cómo se gastan los impuestos; expresar ideas y opiniones libremente y sin temor al castigo, o bien; saber que uno va a ser tratado de manera justa e imparcial por un poder judicial autónomo y profesional son sólo algunas de las muchas maneras en las que se manifiesta un régimen democrático. Cuando esto no existe, la gobernabilidad democrática no funciona y el pacto social, que permite a la gente vivir en paz, tener estabilidad y progresar, se ve severamente obstaculizado. Aquí es donde muchos países de la región fallan, a menudo como resultado de la corrupción, el soborno y falta de transparencia.

Por otro lado, y no menos importante, en el problema de la inseguridad y violencia. Honduras y El Salvador están entre los países más violentos del mundo. Honduras es, de hecho, el más peligroso con una tasa de 82 homicidios por cada 100,000 habitantes. El problema afecta a la región en general, el promedio mundial es de nueve y el latinoamericano de 27.

Tanto la desigualdad de ingresos como la violencia son consecuencias directas de la débil gobernabilidad democrática y de las prácticas corruptas. Sin el pago de sobornos, difícilmente se puede traficar con droga, armas o seres humanos. Con instituciones de control autónomas es difícil abusar de los recursos estatales y con transparencia las decisiones políticas no pueden favorecer intereses de grupos específicos en contra del beneficio de la mayoría. Todos estos factores, sobornos, falta de independencia, impunidad y el acceso limitado a la información pública hacen posible la corrupción.

Por desgracia, existen muchos ejemplos que así lo demuestran: Guatemala tiene una tasa de impunidad de 98 por ciento, lo que demuestra una ausencia de justicia en el país. En México, hasta mediados de Noviembre de este año siete periodistas han sido asesinados sólo por hacer su trabajo. Durante la campaña presidencial venezolana de 2012, el presidente Chávez abusó de los recursos del Estado. De los 5271 minutos de tiempo de emisión que según la ley podía usar para emitir asuntos de Estado de Enero a Julio, más de tres cuartas partes fueron transmitidas solo en Julio, momento en el que comenzó la campaña electoral.

Está claro que además de economías en crecimiento, lo que el continente Americano necesita con urgencia son decisiones y acciones políticas que apoyen una distribución más justa de la riqueza y mejores democracias. Para lograrlo, la región tiene que contar con líderes que se centren en políticas a largo plazo, instituciones estables y modernas, así como ciudadanos capaces y dispuestos a ejercer la democracia en sus vidas diarias.

En Estados Unidos uno de los principales retos ha sido la relativamente baja demanda para que se incluyera la lucha contra la corrupción como punto prioritario en la agenda política nacional. Sin embargo, hoy  en día hay un reconocimiento creciente de que la corrupción es un problema en el país. El 81.7 por ciento de los estadounidenses cree que la corrupción política ha jugado un papel fundamental en la crisis financiera. Antes de las pasadas elecciones, los votantes consideraban que reducir la corrupción en el gobierno federal era una  cuestión extremadamente importante que debía de ser tratada con carácter preferente por el futuro presidente. Es momento de que los responsables políticos pasen a la acción.

En la región en su conjunto, Colombia es el país que muestra el cambio más pronunciado según los resultados del Índice de Percepción de la Corrupción de este año.  El gobierno que encabeza el presidente Santos en Colombia ha impulsado varias reformas  institucionales entre ellas una nueva ley anticorrupción. Estas reformas tienen ahora que traducirse en resultados concretos. Por su parte el sistema judicial tiene que abordar el tema de la impunidad ligada a la corrupción. Castigar a quienes están involucrados en tramas corruptas es esencial para el país.

Pero, no todo es negativo. Algunos países atraviesan un buen momento para seguir realizando esfuerzos para luchar contra la corrupción que van de la mano de buenas perspectivas de crecimiento económico.  Un ejemplo positivo de este año es Brasil donde junto con la aprobación e implementación de leyes clave como la ley de Ficha Limpia – que limita el acceso a la política a personas imputadas por casos de corrupción-  o la Ley de Acceso a la Información, el caso Mensalão ha demostrado que no existe impunidad para la corrupción. 25 de los 37 imputados en este caso, entre ellos destacadas figuras políticas del país, han sido condenados a penas que suman hasta 250 años de prisión.

Los tomadores de decisiones en el gobierno,  políticos y ciudadanos no deben olvidar que la prosperidad económica presente y futura necesita la democracia y la erradicación de la corrupción. De lo contrario, el crecimiento no será continuo y problemas tan serios como la desigualdad o la inseguridad ciudadana continuarán dificultando el desarrollo en la región.

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